“No sé si el remedio me hará algo o si tendré éxito con este tratamiento ya que es la primera vez que acudo a un homeópata, pero lo que mas llamó mi atención, es que nunca ningún medico dedicó tanto tiempo a oír todo lo que yo le podía decir, estuvo una hora o más haciéndome todo tipo de preguntas, además de realizar un minucioso examen físico”.
Tras esas palabras, pronunciadas con poco disimulada satisfacción, la mujer salió del consultorio, encaminó sus pasos hacia una farmacia y no pudo dejar de repetirse varias veces el exótico nombre del medicamento recetado. Atrás quedaba una hora y media de consulta donde, antes de efectuarle una prolija revisación clínica, el médico le hizo un montón de preguntas inusuales: si las tormentas la inquietaban, cómo reacciona cuando alguien quiere consolarla, si para dormir se recuesta sobre algún lado del cuerpo en particular, cuáles son sus deseos y aversiones alimentarias, en qué condiciones se siente deprimida y muchas más.
Su perplejidad era similar a la que experimentan casi todos los pacientes que acuden por primera vez a un homeópata ortodoxo. Habituados a la consulta breve y a la revisación rápida de la mayoría de los médicos, reaccionan con sorpresa ante lo que es parte esencial de la técnica homeopática: el prolijo interrogatorio del enfermo a fin de establecer con la mayor exactitud posible cuál es el grado de relación entre su personalidad y su dolencia, entre su psiquis y su soma.
Para los homeópatas, sólo a partir de allí es posible determinar el tratamiento adecuado, ya que, de acuerdo a las tesis fundamentales del médico e investigador alemán Samuel Hahnemann, “no existe enfermedad física que no tenga sintomatología mental concomitante, y no existe enfermedad mental que carezca de connotación física; la unidad vital del ser humano es indisoluble”. Esta afirmación, que en los últimos lustros ha sido difundida –con otros términos, claro-, por la medicina psicosomática, es uno de los pilares de la teoría homeopática de la enfermedad desde 1796, año en que Hahnemann publicó su Organon, donde sentó las bases de la disciplina.